Durante varias fases de la temporada, Modric no se sintió cómodo en el conjunto blanco. Había aceptado el pasado verano seguir, desoyendo otras propuestas económicamente más atractivas, porque Ancelotti le había prometido seguir siendo importante.
Pero el rol que el italiano le tenía preparado no era el que esperaba el veterano croata. Creía que seguiría siendo titular y se vio más veces saliendo del banquillo que de inicio, perdiéndose algún encuentro en los que hasta no hace mucho era indispensable. Le costó adaptarse a la nueva situación en el equipo y no se veía siguiendo así otro año más.
También en el club pensaban que esta podía ser su última campaña de blanco, una vez que la transición estaba completada con el crecimiento de los Valverde, Camavinga o Tchouaméni.
Pero la recta final de Luka, aceptando ahora sí su cometido, siendo importante sobre el campo, ya sea con más o menos minutos, parece haber convecido al club para proponerle la renovación. Y Modric está por aceptar porque sabe que fuera de Madrid hace frío. Que le pregunten a Benzema, por poner un ejemplo.
Todo hace indicar que, una vez que se dispute la final de la Champions, habrá una reunión definitiva en la que, a día de hoy, está más cerca el sí que el no.