Las finales están hechas para ganarlas. Todos los saben. Pero la fórmula mágica sólo la conoce el Madrid. Aunque no tenga el día, aunque no juegue bien, aunque sufra. Da igual. Encaja golpes, pero termina enviando a la lona a su enemigo.
Así que como mandan los cánones de las finales, el Madrid salió mandón, queriendo crecer en torno a la posesión, ganando metros poco a poco. Pero con Kroos muy vigilado, y sin ayuda de Camavinga para sacar el balón, la idea resultó inofensiva. Lo había leído muy bien Terzic. Anulado el cerebro, desconectado el tridente ofensivo, sólo faltaba encontrar una debilidad en la defensa blanca.
No tardó ni un cuarto de hora en descubrirla cuando una dejada de Fullkrug dejó en franca posición a Brandt, quien pifió su remate. Por ahí, por la espada de los centrales, flaqueaban los de Ancelotti. Así que lo volvieron a intentar y Adeyemi se plantó solo ante Courtois. El belga justificó su titularidad haciéndose enorme y obligándole a escorarse para dar tiempo a Carvajal, que había tirado mal el fuera de juego, a enmendar su error.
Eran momentos de sufrimiento, de muchas dudas. Y más que llegarían con un remate de Fullkrug, posiblemente en fuera de juego, al palo. Salvados por la madera... y luego otra vez por Courtois, que volvió a negar el gol a un Adeyemi que hacía estragos con su velocidad.
El Madrid estaba perdido, sin brújula. ¿Estaban Rodrygo y Bellilngham en el campo? Vini siempre tenía a dos rivales encima y sólo el ímpetu de Valverde y Carvajal ofrecía algún atisbo de peligro. Pero el resto dormitaba, sin agresividad para recuperar. Daba miedo, pero a sus propios seguidores. Acrecentado además por el peligro que generaba el cuadro de Terzic. Sabitzer, antes del descanso, lo intentó de lejos, pero de nuevo se encontró con el despeje del meta blanco. Y no era fácil porque le botó casi en la cara.
Ilesos en el ecuador
A pesar de las ocasiones borussers, el marcador seguía como empezó, la mejor noticia para el campeón español, que regresó al campo con algún ajuste táctico en medio campo y con su primer disparo a puerta, de Kroos de falta, ante el que voló Kobel. Minutos después aparecería otra vez el meta amarillo para atajar un remate a bocajarro de Carvajal. Al menos, el Madrid ya se asomaba. Pero también lo seguía haciendo el de enfrente. Fullkrug, qué movimientos sin balón, obligó a Courtois a sacar sus puños con un poderoso testarazo. El peligro seguía latente.
Carvajal de mi vida
Necesitaban los blancos algo más del inglés. Jude andaba con calambres en los gemelos. Quizás por eso no llegó a cabecear un centro envenenado de Vinicius. Se escuchó el "huy" en todos los rincones de Wembley. Y entonces, y sólo entonces, minuto 74, en un saque de esquina de Kroos, Carvajal se subió a los hombros de los miles de madridistas presentes en la catedral del fútbol para cabecear en el primer palo y colocar el balón en el fondo de las mallas. Éxtasis blanco y merecida recompensa para el canterano.
Y Vinicius para competir por el Balón de Oro
Ya por delante, el Madrid fue a por el segundo. Lo tuvo Bellingham, lento y con la mirilla desviada. Lo rozó Kroos, otra vez de golpe franco. O Camavinga, a quien se lo negó Kobel. Pero tanta insistencia dio sus frutos. Y fue Vinicius quien tuvo el honor de marcar el 0-2 y sentenciar la finalísima de la Champions. Porque no hay otro rey en Europa que el Real Madrid.
Jugadores Flashscore del partido: Carvajal y Vinicius (Real Madrid).
Centro de datos del Borussia Dortmund-Real Madrid.